Andrés Pérez Ortega, gran experto en Marca Personal, nos lo explica muy claramente y nos anima a emprender este camino maravilloso que comienza desde dentro de uno mismo para conocerse mejor, definir el valor diferencial, empoderarse y comunicarse hacia fuera con determinación. Un viaje lleno de posibilidades.
“Entiendo las dificultades que implica, para la mayoría de nosotros, intentar hacer algo para tomar el control de nuestra vida o carrera en lugar de dejarnos llevar.
Por eso, he creado una lista de razones que explicarían por qué el mundo no está lleno de marcas personales fuertes. Las pondré en primera persona:
- No sé para qué sirve.
- No tengo un objetivo definido, así que no necesito nada que me ayude a conseguir algo que desconozco.
- (Creo que) no tengo nada valioso o diferente que ofrecer.
- No tengo recursos (dinero, tiempo, amigos, autoestima, familia, etc.) para construir una marca personal que mejore la percepción que los demás tienen de mí y aumente mi valor en el mercado.
- No tengo una lista de prioridades (valores) clara, ni creo en nada con suficiente intensidad como para intentar cambiar las cosas. ¿Para qué? Si no tengo un objetivo claro.
- Tengo una lista inmensa de miedos, ideas preconcebidas, creencias negativas y pensamientos apocalípticos sobre lo que ocurriría si…, sobre lo que dirían si…
- No tengo ni idea de cómo me ven los demás, por lo tanto me paso la vida pensando que soy mucho peor (o mejor) de lo que realmente me perciben.
- No tengo ni idea de quién puede estar interesado en lo que yo podría ofrecer. Ni cuanto estarían dispuestos a pagar (me).
- Soy teleco, fontanero, taxista o diseñador, eso es lo que pone mi DNI y por lo tanto lo llevaré como una condena hasta que me muera.
- No sé cómo puedo darme a conocer. Conseguir visibilidad es cosa de ricos y famosos.
- No tengo ni idea de cómo diseñar una estrategia para llegar a donde quiero con los recursos escasos de los que dispongo.
- No tengo paciencia, voluntad o interés en salir de esta situación.
De la misma forma, dándole la vuelta, podríamos entender por qué algunas organizaciones (empresariales, sindicales, políticas, religiosas, etc.) le tienen tanto miedo a este concepto. Imagina que de repente empezase a llegar gente con este perfil:
- Tengo un objetivo definido.
- Tengo mucho que ofrecer.
- Tengo recursos (dinero, tiempo, amigos, autoestima, familia, entre otros).
- Tengo unos valores y unas creencias sólidas.
- Tengo el miedo justo como para asumir riesgos sin ser un inconsciente.
- Tengo claro como soy y como me perciben.
- Tengo perfectamente definido quién puede estar interesado en lo que puedo hacer
- Tengo mucho más que un título y no me van a encasillar.
- Tengo formas de ser conocido y reconocido por mis contribuciones.
- Tengo herramientas para crear un proyecto de vida y de carrera.
- Tengo ganas de actuar y no quiero morir de aburrimiento en un cubículo a los 35 años (o 40, o 50 o 60, o…).
Como conclusión quiero decir que, excepto en el caso de los recursos materiales, el resto depende de nosotros mismos. Creencias, valores, objetivos, voluntad, miedo, entre otros, son cosas que podemos gestionar.
ASÍ QUE ¿A QUÉ ESPERAS?”